Couverture de Las aventuras del caballero Erik y la amazona Martha

Las aventuras del caballero Erik y la amazona Martha

Las aventuras del caballero Erik y la amazona Martha

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Soy el papá de Erik y Marta, y desde hace un tiempo les cuento cuentos cada noche. Aquí comparto esas historias llenas de magia, ternura y aventuras. Erik y Martha te esperan con dragones, tesoros escondidos, magia y mucha imaginación.

sanjorge.substack.comFrancisco Jiménez
Parentalité Relations Roman et littérature
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    Épisodes
    • Carlitos, el niño que llegó a ser emperador
      Jun 20 2025
      ResumenEste cuento narra la historia de Carlitos, un niño que creció entre juegos y sueños para convertirse en uno de los emperadores más poderosos de Europa: Carlos V. Pero no lo hizo solo. Le acompañaron dos amigos muy especiales, Erik el caballero y Martha la amazona, con quienes vivió aventuras llenas de magia, decisiones importantes y momentos inolvidables. Juntos, nos enseñan que el verdadero poder está en la amistad, la sabiduría y saber cuándo parar.CuentoEn un país muy muy lejano en el sur, en una ciudad muy pequeñita llamada Cáceres, vivían el caballero Erik y la Amazona Martha. Erik y Martha pasaron mucho tiempo con Carlos v su amigo el emperador.Capítulo 1: El niño que sería emperadorHace muchos años, en la ciudad de Gante, nació un niño llamado Carlos. Su familia era tan importante que desde el primer día todos decían:—¡Este niño será rey!Pero Carlos no estaba solo. Tenía dos amigos muy especiales: Erik, un joven caballero con una capa azul, y Martha, una valiente amazona que montaba a caballo como el viento. Vivían en un castillo mágico no muy lejos, y a veces se colaban en el palacio para jugar con Carlitos.—¿Qué quieres ser de mayor? —le preguntaban.—No lo sé... dicen que rey, duque, emperador... ¡pero yo solo quiero jugar con vosotros!A Carlitos le gustaba el pan con miel, los perros grandes y las espadas de madera. Con Erik y Martha se pasaba el día inventando batallas, rescatando castillos y riendo a carcajadas.Pero un día, los adultos le dijeron:—Carlos, debes prepararte. Te esperan grandes responsabilidades.Y aunque le costó dejar los juegos, Carlitos empezó a estudiar. Lenguas, historia, política... ¡hasta etiqueta en la mesa! Erik y Martha, que venían de vez en cuando en dragón o a caballo, lo animaban:—¡Tú puedes, Carlos! Pero no olvides divertirte de vez en cuando.Capítulo 2: Carlitos en EspañaCuando tenía 16 años, Carlos tuvo que viajar a un lugar llamado España, donde lo esperaban para convertirlo en rey. No hablaba español y estaba un poco nervioso. Pero Erik y Martha lo acompañaron en secreto en el barco, escondidos en un barril de manzanas.Al llegar, todos gritaban:—¡Viva el rey Carlos!Carlos sonreía... pero no entendía nada.—¿Qué han dicho? ¿Me quieren o me están regañando? —preguntó.—Te quieren —rio Martha—, pero sería buena idea aprender español.Así que Carlos se puso a estudiar como nunca. Erik le enseñaba palabras mientras jugaban al ajedrez. Martha le traducía canciones. Poco a poco, Carlos comenzó a entender a su gente... y su gente empezó a quererle de verdad.Durante su viaje por ciudades como Valladolid, Toledo y Burgos, Carlos no solo fue un joven rey serio: también reía con sus amigos, se disfrazaba de campesino para escuchar al pueblo, y una vez incluso bailó flamenco en secreto en una plaza, mientras Martha tocaba las palmas.Se estaba convirtiendo no solo en un rey, sino en un buen rey.Capítulo 3: El emperador que se cansó de mandar tantoCon el tiempo, Carlos fue nombrado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Era el jefe de muchísimos territorios: España, Alemania, Austria, Flandes, Italia, América... ¡Casi medio mundo!Pero claro... eso no significaba más fiestas, sino más trabajo.Erik le preguntó una noche:—¿No te cansas de firmar tantos papeles?Y Carlos suspiró:—A veces sueño con volver a Gante y jugar con espadas de madera...Martha le dio una idea:—Entonces, cuando ya hayas hecho tu parte, podrías... dejarlo.—¿Dejar de ser emperador?—Sí —dijeron los dos—. Para ser Carlos, tu mejor versión. No el título, sino la persona.Carlos se quedó pensando.Después de muchos años de guerras, tratados, decisiones difíciles y viajes interminables, Carlos V decidió retirarse. Le dio la corona de España a su hijo Felipe y se marchó a un lugar tranquilo en Yuste, al norte de Extremadura, rodeado de naturaleza.Allí, Erik y Martha lo visitaban a menudo. Paseaban juntos, tocaban música, hablaban de dragones, de aventuras... y también de la importancia de saber cuándo parar.Carlos ya no necesitaba una corona para ser grande. Su sabiduría, su amistad y su bondad lo acompañarían para siempre.Y colorín colorado este cuento se ha acabado.Buenas noches Erik, buenas noches Martha.466;20.06.2025;otros This is a public episode. If you would like to discuss this with other subscribers or get access to bonus episodes, visit sanjorge.substack.com
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      6 min
    • El caballero Erik y el niño del río
      Jun 5 2025
      ResumenEsta historia, ambientada en Cáceres en el año 1616, narra una aventura del joven caballero Erik. Tras entrenar con su espada, Erik se prepara para asistir a su clase de español con la hermana Ricarda, una monjita entrañable. Al no encontrarla, se preocupa y, acompañado por el guardia Toni, parte en su búsqueda.Al llegar a su casa, descubren que Ricarda está enferma. Juntos logran llevarla al castillo, donde el médico le receta descanso y buena alimentación. Su valiente gesto salva la vida de la profesora.Más tarde, Erik sale a pasear por el bosque y encuentra a un niño desconocido, Tom, tratando de pescar para calmar su hambre. Con empatía y generosidad, Erik le ayuda a construir una red, pescar, cocinar los peces y compartir la comida. Tom, profundamente agradecido, decide que Erik será desde entonces su mejor amigo.Cuento— Machst Du davon ein video o una foto? —pregunta Erik.— Papá responde: no nada de eso, solo estaba mirando...Érase una vez...En un país muy, muy lejano... en una ciudad llamada Cáceres... vivía un viejo caballero, de cuyo nombre no quiero acordarme.Era el año, por aquel entonces, 1616. No había coches ni aviones, sólo había caballos, carretas y los tiempos eran más difíciles de los que nosotros conocemos. No había electricidad, no había calefacción, no había aviones. Todo era más tranquilo. Y la preocupación principal de todos era simplemente llevarse algo de comer todos los días.Bueno, en Cáceres había un palacio y allí es donde vivían nuestros protagonistas. Aquella soleada mañana de invierno se encontraba el caballero Erik entrenando en el patio del palacio —"entrenando" que dice Erik— entrenando con la espada. Y... después de entrenar, le tocaba lo que más le gustaba: ir a las clases de español.Su profesora, una monjita muy simpática y mayor, se llamaba Ricarda. Todos los lunes le tocaba a Erik, después de entrenar con la espada, ir con la monja a aprender a leer y escribir español.Aquella mañana, Ricarda no apareció por clase. Erik estaba muy, muy sorprendido —Ricarda siempre estaba allí.— Uhm, ¿qué pasará? —se preguntó.Así es que se acercó hasta la puerta del castillo. Ricarda vivía a las afueras y, bueno, seguro que debía de haber pasado por la puerta y los vigilantes la habrían visto.Le preguntó a uno de ellos que estaba de guardia: el caballero Toni.— Hola Toni.— Hola Erik, ¿qué tal estás?— Oh, muy bien. Hace mucho que no vienes por aquí.— Ya, ya sabes, estoy muy ocupado entrenando y preparándome para ser un caballero. De hecho, quiero ser un Künstler, un artista, y también quiero poder hacer puentes y quizás pilotar un avión.— ¿Y tú, Erik? ¿A ti qué te gustaría hacer?— Mit einer Espada kämpfen gegen großen Räuber.— Eso es muy loable también. Defender a los más débiles, ¿no? De los ladrones y de los que se portan mal con ellos, ¿no? Muy bien.— Bueno, ¿has visto pasar a Ricarda hoy, Toni?— No, no he visto pasar a Ricarda. Hoy no ha venido. Estoy seguro, llevo toda la mañana aquí y no me he movido.— Uhm... ¡qué extraño! —se dijo el caballero Erik—. Bueno, iré a buscarla a su casa. Tiene que vivir por aquí cerca. Creo que vive cerca de la iglesia, la ermita de San Marquino.Total, que se acercó, iba paseando, la gente le saludaba:— Erik, hola, buenos días.— Hola Erik.Toni ist mitgekommen.Erik le había pedido a Toni que fuese con él. No sabía qué se iba a encontrar y a lo mejor necesitaba ayuda.Toni estaba encantado:— ¡Ah! Es muy aburrido estar en la puerta de guardia todo el día. Le he dicho a otro que haga el trabajo. Me voy contigo.Cuando llegaron a la casa de la profesora Ricarda —bueno, la casa era muy muy pequeñita, pero muy bonita— tenía unas ventanas por las cuales entraba muchísima luz. Pero aquella mañana no era así. Las ventanas todavía estaban cerradas.— ¿Cómo es posible? —Erik empezó a inquietarse—. ¿Le habrá pasado algo?Llamaron a la puerta, pero nadie contestó.El caballero Erik intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada. De hecho, parecía que estaba cerrada por dentro.Erik y Toni ya estaban realmente preocupados. Cogieron impulso y los dos a la vez se tiraron contra la puerta. Esta, con un sonido estridente, cedió bajo su peso y saltó.Los dos caballeros cayeron en medio de una sala decorada muy sencilla pero con mucho gusto y bonita. Apenas podían ver, porque las ventanas estaban cerradas.Erik se acercó a una de ellas y la abrió.¡Oh! La profesora Ricarda estaba tumbada en su cama y la pobre se notaba que tenía muchos dolores.Erik se acercó y cogió un vaso de agua para llevárselo a la boca a la pobre ancianita Ricarda.Ella bebió un sorbo muy pequeñito.— Ay, mis hijitos, muchas gracias por haber venido. Estoy tan enferma... llevo todo el fin de semana sin poder levantarme.— ¡Oh! No te preocupes, nosotros te ayudaremos.— Toni, ve corriendo al castillo y busca al médico. Que ...
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      18 min
    • San Jorge y el Dragón del Cansancio
      May 11 2025

      Había una vez, en un reino no muy lejano, un valiente caballero llamado San Jorge. No vivía en un castillo, sino en una casa normal, con sus dos escuderos preferidos: Erik el sabio y Martha la valiente.

      San Jorge no luchaba contra dragones de fuego ni monstruos del bosque. Su enemigo más feroz era el Dragón del Cansancio.

      Este dragón no rugía. No volaba. Pero se metía en todos los rincones de la casa: dejaba calcetines por el suelo, platos sin recoger, envoltorios tirados como pistas de su paso.

      San Jorge pasaba el día preparando comidas mágicas, lavando armaduras, ordenando los campos de batalla y cuidando de sus escuderos. Pero cuando caía la noche… ¡el dragón atacaba de nuevo! Le robaba la energía, le llenaba la cabeza de humo y le susurraba: “No vas a poder. Estás solo. Nadie te ayuda…”

      Una noche, después de un gran día en el Reino de las Atracciones, San Jorge regresó feliz. Pensaba contar una nueva historia junto al fuego. Pero justo antes de empezar, vio una trampa del Dragón: un envoltorio en el suelo. Luego otro. Y luego, las túnicas de los escuderos desparramadas por toda la sala del castillo.

      El Dragón del Cansancio creció, rugió desde dentro del pecho de San Jorge, y lo envolvió en una niebla de enojo. Esa noche, no hubo historia. El dragón había vencido.

      Pero a la mañana siguiente, algo cambió. Erik el sabio se acercó y le dijo: “Papá San Jorge, creo que ayer el dragón te ganó. Pero nosotros también podemos luchar contigo.”

      Martha la valiente trajo una escoba de juguete y dijo: “¡Yo también quiero ayudarte! Si recogemos rápido, el dragón se hace pequeño, ¿verdad?”

      San Jorge los miró con los ojos brillantes. Y por primera vez, entendió que no estaba solo en la batalla. Que el dragón no se vencía solo con fuerza… sino con equipo.

      Desde entonces, cada noche, antes de la historia, los tres hacían juntos la Danza Anti-Dragón: Recogían, limpiaban, ordenaban… y luego, se sentaban juntos. El dragón, enfadado y encogido, se marchaba resoplando.

      Y así, gracias al poder del amor, el respeto y la colaboración… el reino de San Jorge fue cada vez más fuerte. Y las historias… volvieron a brillar como estrellas antes de dormir.

      FIN



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      4 min

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