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Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda

De : Juan David Betancur Fernandez
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Este podcast está dedicado a los cuentos, mitos y leyendas del mundo.© 2025 Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda Roman et littérature Sciences sociales
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    • 710. La Bufanda de Tilo (Infantil)
      Nov 8 2025

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      Juan David Betancur Fernandez
      elnarradororal@gmail.com

      Habia una vez en algun rincón escondido del mundo, entre montañas azules y nieblas suaves, un valle muy extraño. En este valle nada tenía colores. Todos los colores de las montanas, ríos, bosques y flores habían desaparecido. Los habitantes de aquel valle no recordaban exactamente el momento en que eso había sucedido y menos porque había sucedido. Aquel lugar era muy extraño porque si bien las flores crecían todas eran grises como ceniza. El cielo siempre estaba cubierto por un cortina que no dejaba que el sol brillara y los arboles aunque fuertes y altos no tenían ningun color. Las hojas todas eran simplemente negras. Era un mundo en que todos los tonos eran apagados y tristes

      Como los niños nacidos en aquel paraje nunca habían visto los colores, cuando deseaban dibujar algo simplemente tomaban una pedazo de carbón y con ello pintaban los arboles, los ríos y las flores. Solo unos cuantos ancianos recordaban algunos colores y cuando se reuniand alrededor un un fuelo color blanco contaban historias y leyendas de cuando todo el valle estaba lleno de colores. Todos los niños reian cuando les contaban que el valle antes tenía decenas de colores y que desafortunadamente todos los coleres había escapado cuando una gran tormenta que venia de las montanas había caido sobre ellos por más de 10 anos. Todos pensaban que eso era imposible y que eran simplemente cuentos de los viejos.

      Pero había una anciano que contaba una leyenda más extraña. El decía que en lo alto de la montana más alta vivía un dragón que, y que tenía el poder de devolver los colores al mundo. Todos creían que eso era imposible pero el viejo seguía diciendo

      Cuando yo era joven tuve la oportunidad de subir a esa montana y allí me encontré con este ser mágico llamado Tilo. Y les puedo asegurar que es el ser más fantástico del mundo. Y no es como los dragones de los cuentos que tienen fuego en sus bocas y producen miedo. Tilo es muy diferente el es pequeño, con alas de tela cosidas por las nubes, y escamas suaves como hojas de otoño. Vive en una cueva redonda, llena de madejas de hilo que él mismo creaba cada vez que suspiraba.

      Cuando Tilo se sentía feliz, suspiraba hilos dorados. Cuando soñaba, salían hilos azules. Cuando recordaba algo triste, tejía hilos violetas. Y así, sin saberlo, había creado un arcoíris entero, guardado en cestas de mimbre, esperando ser compartido.

      Se que Tilo no sabía que era especial. Pensaba que todos los dragones tejían colores. Nunca había visto a nadie más. Nunca había salido de su cueva.

      Cuando el alciano contó esta historia una niña llamada Luna, que tenía el corazón lleno de preguntas.le pregunto Y donde están el dragón y porque no les regala los colores si estos están guardados en sus cestas.

      El anciano simplemente le contesto que nadie lo había invitado a bajar al valle.

      Luna era curiosa, valiente y soñadora. Tenía una capa gris con bolsillos secretos, donde guardaba piedras lisas, hojas raras y dibujos que nadie entendía. Un día, decidió que no podía esperar más. Se puso su capa, tomó una mochila con pan, agua y una brújula rota, y comenzó a subir la montaña.

      El camino era empinado, lleno de piedras que parecían susurrar secretos. El viento la empujaba, pero ella seguía. Caminó durante tres días y tres noches, entre niebla, silencio y estrellas, hasta que llegó a la cima.

      Allí encontró la cueva de Tilo, rodeada de flores que, curiosamente, sí tenían color.

      —¿Quién eres tú? —preguntó Tilo, asomando su hocico curioso.

      —Soy Luna, y busco los colores. ¿Tú los tienes?

      Tilo se sonrojó. Nunca nadie le había hablado. Le mostró sus tejidos: bufandas que brillaban como el amanecer, mant

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      8 min
    • 709. Lara la Sirena del Amazonas (Leyenda)
      Nov 5 2025

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      Juan David Betancur Fernandez
      elnarradororal@gmail.com


      Había una vez en lo más profundo del Amazonas una joven llamada Lara. Era la mejor guerrera de su tribu: veloz como el jaguar, precisa como el colibrí, silenciosa como la sombra de un árbol. Su padre, el gran chamán, la admiraba más que a nadie, y eso despertó la envidia de sus hermanos quienes no entendían como ella podía ser la favorita si no era tan ágil como ellos.

      Una noche, cuando la selva dormía y los espíritus de las hojas danzaban entre los arboles de la selva, sus hermanos se reunieron fuera de el bohío donde ella dormía y con gran sigilo entraron con cuchillos en sus manos. Pero Lara tenía el oído fino como el de un búho. Y en un instante se despertó y se dispuso a enfrentarlos. Su padre le había ensenado a defenderse y a luchar contra cualquiera y finalmente después de mucho esfuerzo pudo derrotar a cada uno de sus hermanos. Sin embargo sabía que su padre no estaría de acuerdo de que hubiera matado a todos y cada uno de sus posibles descendientes.

      Temiendo el juicio de su padre y el dolor de su tribu, huyó. Su padre había organizado una caceria para poderla castigar pero no la podían encontrar. Lara Corrió por la selva durante días, hasta que llegó al lugar donde el Río Negro se encuentra con el Solimões, donde las aguas no se mezclan, como si guardaran secretos distintos y allí Lara se dio cuenta que no podría cruzar el rio debido a que este estaba muy caudaloso.

      Su padre, herido por la pérdida y la vergüenza, convocó a los espíritus del agua cuando le informaron que su hija estaba atrapada entre los río. Cuando llego alli no hubo juicio ni palabras. Solo un gesto: Ordeno que la arrojaran al rio allí mismo justo en el punto donde los dos gigantes ríos se miran sin tocarse.

      Pero el Amazonas no castiga sin transformar. En aquel momento y oculta a los ojos de su padre que la daba por muerta, Los peces la rodearon, la elevaron, y bajo la luz de la Luna llena, los dioses acuáticos la tocaron con sus cantos. Lara se convirtió en una sirena, de cabello negro como la noche sin estrellas, ojos oscuros como la profundidad del río, y una voz que podía romper el corazón de un jaguar cuando cantaba de dolor.

      Desde entonces, Lara vive en una fuente escondida en medio del bosque, donde el agua canta y las hojas tiemblan. En noches de luna, su canto se eleva como humo sagrado. Nadie entiende sus palabras, porque canta en la lengua de los peces, de los árboles, y de los que ya no caminan sobre la tierra.

      Dicen que su voz es tan bella, tan triste y tan dulce, que los hombres que la escuchan mueren de amor. Y cuando algún insensato es atrapado por la voz melodiosa pierde el juicio hasta el extremo que puede ser arrastrado al fondo del lago, donde Lara lo transforma en sirenos, La versión masculina de una sirena.. Se dice que Lara lo envuelve en su cabello para pierda la razon y que luego lo acariciara por tres días transformanolo en un ser servil que luego poseera carnalmente para finalmente dejarlo partir de regreso a la superficie. Pero ahí comienza el mayor dolor porque los hombres de regreso a la civilización , ya no pueden vivir sin ella… y mueren con el corazón destrozado y la mente perdida.

      Otros mitos dicen que Lara tiene un palacio de cristal bajo el río, donde los marineros desaparecen. Allí, entre corales y raíces, ella los recibe como amantes. Su piel morena brilla como el sol sobre el agua, y sus ojos verdes guardan la memoria de los que se han ido.

      Todos las tribus del borde del amazonas tienen una advertencia para los jóvenes que se aventuran más allá de los predios de sus aldeas. Les dicen que si caminan cerca del

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      6 min
    • 708. El Rabí y la Rosa
      Nov 3 2025

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      Juan David Betancur Fernandez
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      Había una vez un sabio Rabí que vivía en una ciudad de piedra dorada por el sol del mediterraneo, donde las sinagogas cantaban al amanecer y los muros guardaban siglos de plegarias, Este rabi llamado Eliezer era ya casi centenario. y todos lo conocían por su devoción incansable al estudio de la Ley de dios y por algo extraño. Nunca sonreía.

      No había día ni noche para él. Solo páginas, letras, silencios y preguntas. Su mesa estaba siempre encendida con una lámpara de aceite, y sobre ella se apilaban volúmenes antiguos, algunos escritos por sus propios maestros, otros por sabios que ya eran polvo.

      Eliezer no temía a la muerte. Pero tampoco la invitaba. Decía:

      —Mientras haya un versículo que no comprenda del todo, no puedo partir. Mi destino esta ligado al conocimiento y solo podre pasar a otra vida cuando todo se sepa.

      Y así, la muerte lo esperaba. Año tras año ella lo miraba pasar por entre los umbrales, a la vuelta de las esquinas, en las historias de otros que habían partido. Pero el rabí seguía leyendo, escribiendo y preguntando por el conocimiento.

      Cada tarde, su nieta Miriam, una niña de ocho años con trenzas oscuras y voz dulce, venía a visitarlo. Le traía pan fresco, agua con miel, y a veces flores del jardín. El rabí la recibía con ternura, pero nunca dejaba de leer, ella era el mayor consuelo para su larga vida.

      —¿Puedo sentarme contigo, abuelo?

      —Claro, pequeña. Pero no hagas ruido. Las letras escuchan y los libros pueden ofenderse.

      Miriam lo observaba como se observa a un árbol antiguo: con respeto, con curiosidad, con amor.

      Una tarde, mientras Miriam recogía flores en el jardín, vio algo que nunca había visto antes: una rosa perfecta, de pétalos rojos como vino, con un perfume que parecía saltar hacia el firmamento. La flor no estaba allí el día anterior. Había brotado sola, en medio de una piedra y eso la hacia más maravillosa.

      Lo que Miriam no sabía era que la muerte, cansada de esperar, había decidido disfrazarse. Se convirtió en esa rosa, suave, irresistible, y esperó a que la niña la llevara al rabí.

      —¡Abuelo! —dijo Miriam al entrar—. Hoy te traigo algo especial. Una rosa que huele como el cielo.

      Eliezer levantó la vista. Sus ojos, cansados pero brillantes, se posaron en la flor. Realmente era un flor extraordinaria, tenía un color rojo como el más oscuro de los rubies y cada una de sus pétalos tenía un terminar de color negro. La tomó con manos temblorosas, ciertamente su belleza era cautivadora pero su perfume era más atractivo aún, Invitaba a ser experimentado y guardado en la memoria. Así que la acercó a su rostro lentamente … y aspiró.

      El perfume lo envolvió. No era solo aroma: era memoria, era descanso, era eternidad. En ese instante, el rabí vio todo lo que había leído, todo lo que había preguntado, todo lo que había amado. Vio a sus maestros, a sus padres, a los versículos que aún no comprendía… y los entendió. Todo el conocimiento que había explorado y había tratado de encontrar estaba allí en un solo segundo.

      Y todo su cuerpo y su alma se hicieron una . Y finalmente Sonrió. Cerró los ojos. Y se inclinó hacia atrás, como una hoja que cae sin ruido.

      Miriam no lloró de inmediato. El silencio era tan profundo que parecía sagrado. El aire estaba lleno del perfume de la rosa, que ya no era una flor sino un brillo de eternidad.

      Los sabios del pueblo dijeron que el rabí había partido en paz, llevado por la belleza, por la inocencia, por el gesto más puro. Y que su alma había ascendido envuelta en letras doradas, como un pergamino que se enrolla hacia el cielo.

      Dese aquellos dias su nieta Miriam, cada

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