Épisodes

  • #28 Gracias a la vida - Violeta Parra
    May 26 2025


    Hoy desperté lleno de dicha.

    Con una alegría tranquila y plena. Tan tranquila que se podría confundir con cierto tipo de tristeza. Me imagino que algo parecido deben sentir los profetas cuando saben lo que tienen que saber.


    El algoritmo que anda sugiriendo qué música escuchar debe estar mejorando, porque en el desayuno me puso esta canción de Violeta Parra, que tradujo la emoción con la que desperté.


    Hay canciones que son grandes obras literarias, y

    Gracias a la vida es una de ellas. Una canción preciosa, como un encanto que conjura en un par de minutos lo bello que es vivir.


    Irónicamente, un año después de escribir esta canción, Violeta Parra se mató. Yo no la juzgo. Solo lo menciono porque no se puede hablar sobre la vida, y evitar la presencia de la muerte. Siempre está ahí, aunque no se la nombre.


    Cuando hablamos sobre cómo queremos vivir y enfrentar la vida, nuestras palabras son como un reflejo de cómo esperamos recibir la muerte.


    Si pensamos que en el momento en que nacemos comenzamos a morir; vivir y morir se vuelven casi sinónimos.


    Ya Séneca hablaba sobre que aprender a morir es aprender a vivir. Decía: “quien aprende a morir desaprende a ser esclavo”.


    La idea de la muerte como algo negativo no nos deja vivir bien. No podemos vivir como si fuésemos inmortales, sin tener presente nuestra finitud. Pero tampoco podemos vivir apresurados, pensando que la vida es corta. “Los ocupados no tienen tiempo para nada, pero no viven.”


    La vida no es corta, dura lo que tiene que durar.


    Séneca diría que 10 mil años no serían suficientes para quien no ha aprendido a vivir. O a morir. Que a veces parece que es lo mismo, aunque no sea igual.


    Si algún día los nietos de mis nietos llegan a escuchar este mensaje, que sepan que su ancestro intentó vivir en paz con la muerte, y que si alguna vez me hizo llorar, fue solo porque no pudo evitarlo.


    Ahora la canción, leída, para que resuene una vez más.


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me dio dos luceros que, cuando los abro

    Perfecto distingo, lo negro del blanco

    Y en el alto cielo su fondo estrellado

    Y en las multitudes, el hombre que yo amo


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me ha dado el oído que en todo su ancho

    Graba noche y días, grillos y canarios

    Martillos, turbinas, ladridos, chubascos

    Y la voz tan tierna de mi bien amado


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me ha dado el sonido y el abecedario

    Con él, las palabras que pienso y declaro

    Madre, amigo, hermano y luz alumbrando

    La ruta del alma del que estoy amando


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me ha dado la marcha de mis pies cansados

    Con ellos anduve, ciudades y charcos

    Playas y desiertos, montañas y llanos

    Y la casa tuya, tu calle y tu patio


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me dio el corazón que agita su marco

    Cuando miro el fruto del cerebro humano

    Cuando miro el bueno, tan lejos del malo

    Cuando miro el fondo de tus ojos claros


    Gracias a la vida que me ha dado tanto

    Me ha dado la risa y me ha dado el llanto

    Así yo distingo, dicha de quebranto

    Los dos materiales que forman mi canto

    Y el canto de ustedes, que es el mismo canto


    Y el canto de todos que es mi propio canto


    Gracias a la vida












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    6 min
  • #27 El viejo y el mar - Ernest Hemingway
    Apr 27 2025
    El viejo y el mar es una historia sobre cómo encarar la vida. Confieso que la primera vez que la leí - cuando tenía unos 20 años- me aburrió un poco. No veía nada de glorioso, o entretenido, en la historia de un pescador que ya no podía pescar.La volví a leer hace unas semanas porque me la regaló Stephi para mi cumpleaños. Y aunque ya sabía cómo acababa la historia, esta vez acompañé el viaje del pescador con entusiasmo, y disfruté mucho más de la narración y del lenguaje; especialmente cuando Hemingway cuenta cómo el pescador siempre pensaba en el mar como la mar. “Que es como la llaman en español, cuando la aman”. Y nos explica cómo los más jóvenes, con lancha a motor, o los que se referían al mar como un lugar específico o hasta como un enemigo, le decían el mar, a diferencia del viejo y los que la aman, que la ven como una entidad encantadora y misteriosa que esconde tesoros, y que si hace cosas terribles, es solo porque no puede evitarlo. ¿Qué lindo no? En una cosa tan simple expresa ese hechizo que desde siempre ejerce el mar en algunos hombres. Sin embargo, mientras avanzaba la historia y los tiburones iban haciendo pedazos a su maravilloso pez espada, me encontré otra vez decepcionado. Y aunque racionalmente entendía el estoicismo y la dignidad de su batalla, de alguna forma yo seguía sintiendo la historia incompleta, por lo menos en mi interior. Algo no cuajaba.El viejo y el mar es una historia sobre cómo encarar la vida y racionalmente yo entendía que sí, que en cualquier cosa que uno haga, no podemos juzgarnos por el resultado, sino por haber dado lo mejor que uno tiene para dar. Pero en mi interior un sentimiento me seguía diciendo, ¿para qué tanto alboroto? Yo quería que el viejo gane, como un triunfo simbólico del hombre frente a la vida, frente al mundo. Y me desesperaba verlo pelear y perder. No podía entender - emocionalmente - que es justamente eso lo que hace grande a la historia.Otra posibilidad de por qué me sentía decepcionado, o aburrido con el libro, puede ser porque siempre me gustaron las historias en las que suceden muchas cosas, ya sea en la realidad ficticia o en el mundo interior de los personajes. Solo hace falta ver algunas de las que he comentado aquí en el podcast: tenemos la espectacular extravagancia de García Márquez, o el color apasionado en los personajes de Jorge Amado, o el duelo a cuchilladas de Saramago con Dios y con la muerte. De alguna manera la historia de este pescador, sólo en el mar, con pocas palabras y sin ninguna explicación, no clasificaba. Al llegar al final no sentía esa catarsis de la que hablaba en el episodio de Madame Bovary y que uno siente con la muerte de Emma, o cuando Saramago le hace decir a Jesús en la cruz: “hombres, perdonadle porque no sabe lo que hace”, o cuando nuestro queridísimo capitán de ultramar se salva de la vergüenza y el escarnio, o cuando descubrimos que las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían otra oportunidad sobre la tierra.Ahora que pienso en eso, creo que la culpa no es del pescador. Sino de esa forma que tiene Hemingway de esconder la historia dentro de la historia. De su famoso iceberg. Yo no sentía el poder de lo que no se dice. En mi caso parece que tomó bastante tiempo de reflexión inconsciente para que la historia haga efecto en mí. Pero entonces pasaron dos cosas. La primera y la más importante, es que unas dos semanas después de leer el libro, un día desperté pensando en la historia del viejo y el mar. Como si la hubiese soñado. Y en ese estado de trance en que nos tiene la vigilia, sentí como una revelación o una epifanía. Esas cosas pasan. No sé cómo, pero de repente sentí de verdad la lucha de Santiago. Nada había cambiado racionalmente en mi entendimiento de su historia; sin embargo, Santiago ya no era para mí un pobre pescador, sino un héroe atemporal. De repente entendí que el mismo Hemingway, que había sido el mito personificado de esa forma de vivir apasionada y llena de todo tipo de aventuras; que había sido héroe de guerra, que cazaba leones en África, que salvaba toreros, que ganaría un premio Nobel, etc. Él mismo, probablemente habría preferido ser ese nuestro viejo de manos partidas y voluntad de hierro.Entonces, todavía dormido sentí el coro de voces que hoy critican lo que Hemingway y Santiago representan. Hasta que apareció el ser original sobre el que mi madre me cuenta, y con su voz de trueno preguntó: ¿cómo querés encarar la vida?Y de pronto me sentí en paz con el final, y se fue la decepción que sentía con los tiburones y con el pez perdido; a veces no se puede contra el mundo, a veces no da. Pero el alboroto vale la pena, porque está cargado de significado y de sentido. Lo segundo que pasó para que El viejo y el mar tenga un efecto total en mí, fue que leí Las nieves del Kilimanjaro, para un programa que estamos queriendo hacer con mi ...
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  • #26 Cumbres Borrascosas - Emily Brontë
    Apr 12 2025
    Lo primero que me impresionó fue la historia misma de las hermanas Brontë. Cómo es posible que, desde una sola casa en un pueblo relativamente aislado, tres hermanas autodidactas, con recursos limitados y en una época en la que era muchísimo más difícil escribir siendo mujer, ellas escribieran - casi al mismo tiempo -, libros que hoy son considerados clásicos indiscutibles de la literatura.El fenómeno de las hermanas Brontë no tiene paralelos en la historia. Y como todo lo que es único, no dejan de maravillar y seducir.Infelizmente, las tres tuvieron una muerte prematura. Uno solo puede imaginar lo que habrían continuado escribiendo si hubieran tenido más tiempo y más salud. Me decidí por leer primero Cumbres Borrascosas simplemente porque me encantó el título. Ya me daba la impresión de algo aislado, sombrío, medio mitológico. Casi como un sortilegio. Sobre todo en inglés. Wuthering Heights. Como decir abracadabra, o Hocus Pocus.De entrada vale la pena decir que Cumbres Borrascosas es mucho más que una simple historia de amor. También es una historia de crueldades, de venganza, de obsesión.El libro comienza cuando el nuevo inquilino de una mansión alejada de todo, el señor Lockwood, va a visitar al dueño que se la alquila. El dueño vive en la finca vecina, a unos 4 kilómetros, al otro lado del páramo, en unas cumbres donde siempre da el viento. En esa casa todo aparece medio oscuro y misterioso, casi como un cuento de terror.El dueño de casa es el señor Heathcliff, y además de él en la casa de las cumbres hay una joven que a los ojos del señor Lockwood es increíblemente linda, y enigmática. Él piensa que es la esposa del señor Heathcliff, pero luego le corrigen que es su nuera. También hay otro joven que al principio el señor Lockwood no sabía si era familiar o sirviente, por su postura orgullosa, y sus ropas campesinas. Cuando el joven también se sienta a la mesa con ellos, el inquilino piensa que es el hijo del señor Heathcliff, pero de nuevo le dicen que no. Resulta que el hijo del Sr. Heathcliff ha muerto. Y no le dan ninguna otra explicación.El inquilino es el que comienza narrando la historia en primera persona, y de entrada uno quiere saber quién es la gente de esa casa y qué fue lo que pasó ahí, porque no parecen una familia normal. El inquilino vuelve a su casa recién alquilada, y una de las sirvientas, Nelly, le comienza a contar toda la historia.Dentro del relato de Nelly, hay momentos en que otros personajes comienzan a contar algunas partes de la historia, y más adelante el inquilino retoma la palabra también. Por ejemplo hay partes en las que escuchamos como Nelly le cuenta al inquilino, lo que le contaron a ella.Esta estructura con diferentes perspectivas no solo crea una atmósfera de misterio y complejidad, sino que también añade capas de subjetividad y distorsión. Al final, estamos escuchando lo que alguien dijo que le dijeron que pasó. Y digo escuchar , y no ver o leer porque justamente nos da la sensación -por lo menos a mí- de que estamos escuchando un chisme, o un cuento oral, más que leyendo una novela. Le da un toque íntimo, que nos mete en la historia y no nos suelta hasta el final.Nelly comienza a contar la historia cuando ella trabajaba en la casa de Cumbres Borrascosas, aproximadamente unos 30 años antes de que el señor Lockwood se siente a escucharla. En esa época la casa pertenecía a la familia Earnshaw. La pareja tenía dos hijos, Hindley de unos 13 años, y Catherine de unos 6. La propia Nelly tendría alrededor de los 18 años en ese entonces. Un día, el padre tenía que ir a la gran ciudad, e iba a traer regalos para sus hijos y para Nelly. Pero en vez de volver a la hora que había dicho que volvería, se retrasó horas de horas. Y cuando por fin volvió, algunos de los regalos se habían roto o no había podido traer exactamente lo prometido, porque resulta que bajo su abrigo, además de los regalos, también traía a un huerfanito con rasgos de gitano que había encontrado abandonado en la calle, y con el que, por alguna razón, se encariñó hasta el fin de sus días.Y así es como empieza el drama de Cumbres Borrascosas. El niño se queda a vivir con ellos y le ponen de nombre y apellido simplemente Heathcliff. El hijo mayor, Hindley, crece envidiando y maltratándolo. Mientras más lo adulaba el padre, más lo maltrataba. Heathcliff aguantaba los abusos sin quejarse ni decir nada, y tratando de sacar provecho como podía.Por otro lado, él y Catherine tenían la misma naturaleza orgullosa e indomable. Viven haciendo travesuras, se vuelven inseparables, y con el tiempo terminan construyendo esa unión de almas casi etérea, épica y sublime, típica del Romanticismo. No es amor - o por lo menos no es solo amor-, es como si los dos fueran, de alguna forma, un solo ser. Es una unión que va más allá de lo físico, de lo moral, e incluso de la vida y la muerte.Después que fallecen los padres...
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  • #25 Madame Bovary - Gustave Flaubert
    Mar 14 2025
    Hoy quería hablar sobre Madame Bovary, novela en la que Gustave Flaubert nos cuenta la vida, en apariencia banal y fútil, de una señora burguesa, en una pequeña ciudad de la Francia del siglo XIX. Sin embargo, lejos de ser una historia trivial, la historia de Emma Bovary es una obra maestra universal que invita a la reflexión y al debate sobre muchos temas. Después de todo, Emma es un personaje complejo y fascinante.Pero ¿Cuál es, en realidad, la tragedia de Emma? ¿Es el eterno conflicto entre libertad y responsabilidad, que la convierte en una egoísta guiada por sus caprichos y deseos, mientras su marido trabaja y una empleada cría a su hija? ¿O es, más bien, la de una víctima de un sistema patriarcal y opresivo, que la educó para ser un objeto de deseo y le negó oportunidades de independencia, haciéndole creer que el amor romántico y total era el único camino de la felicidad? ¿O acaso su verdadera tragedia es estar atrapada en su propia ilusión, incapaz de renunciar a sus sueños, aunque estos sean imposibles?Antes de profundizar sobre su tragedia, vamos a hablar un poco sobre la historia de la Señora Bovary, para no perderse en el camino. En resumen, el drama de Emma, es que influenciada por todas las novelas románticas que ha leído, termina idealizando el amor y la vida, como algo lleno de intensidad y de emoción. Y así como Don Quijote después de leer todas sus novelas de caballería, termina creyendo que es un caballero andante, Emma acaba creyendo que la vida debería ser una historia de amor desbordante de pasión, y de grandeza en cada instante; y que vivir sin toda esa intensidad, no es solo una injusticia, sino también una insufrible miseria. Cuando Emma se casa con Charles Bovary, ella ya tenía todas esas expectativas sobre la vida, y de alguna forma pensaba que junto él, el mundo le daría todas esas felicidades sobre las que ya había leído en tantas historias de amor.El problema era que Charles, a pesar de ser amable, y de quererla con toda el alma, era un tipo sencillo, aburrido, mediocre. No sabía decir frases interesantes, no sabía bailar vals, ni podía expresar pasiones imposibles. No tenía ambiciones que le quiten el sueño, ni lo carcomía la envidia, ni se moría de celos, ni guardaba rencor. La vida al lado del buen Charles era para Emma una ofensa y una traición. Vivía entre el tedio y la depresión. A veces encontraba algún interés o pasatiempo, pero la triste realidad se terminaba imponiendo y haciéndola infeliz. Emma intenta escapar del tedio con lujos y aventuras románticas, aveces platónicas, y a veces… totales, pero siendo la realidad como es, nunca está a la altura de sus sueños, y la búsqueda de una vida intensa se vuelve un desesperado camino de autodestrucción.Ahora sí. Volvamos a su tragedia.Primero que nada, ¿qué es una tragedia? Si bien la tragedia, como expresión dramática, nace en la antigua Grecia y se utilizaba en festivales religiosos para purificar las emociones del público, seguramente existen historias trágicas desde el principio de los tiempos. La historia de Gilgamesh, por ejemplo, nos muestra su inútil búsqueda de la inmortalidad y su inevitable enfrentamiento con la muerte. Y desde entonces nos han servido para hacer catarsis, haciéndonos reflexionar sobre la existencia y el sufrimiento humano.Catarsis significa precisamente purificación emocional. Y ya Aristóteles hablaba sobre cómo la tragedia nos sirve para purgar o liberar emociones, y con suerte, también para reflexionar y entender mejor nuestras propias vidas. Según él, la tragedia logra esto a través de la compasión y el terror: sentimos empatía, o compasión por el protagonista que sufre y, al mismo tiempo, sentimos terror, al pensar que podríamos estar en su lugar, o de que algo parecido nos puede pasar.Sin embargo, una tragedia no es simplemente una historia en la que a un personaje le pasan desgracias e injusticias. Si a pesar de lo terrible que puede ser su camino, el protagonista aprende, cambia, o se adapta, su historia no sería una tragedia. Por ejemplo, la historia de Teseo, a pesar de tener desgracias e infortunios, no es una tragedia, ya que lo vemos cambiar, evolucionar. Comienza siendo un niño sin padre, y se termina convirtiendo en uno de los más grandes héroes de Atenas.En cambio, por ejemplo el último cuento que comentamos, Cuánta tierra necesita un hombre, de Tolstoi, es una tragedia. En esa historia Pajón es incapaz de reconocer, y mucho menos de cambiar su ambición desmedida, lo que lo termina llevando, también, a un camino de autodestrucción.Otra cosa importante, es que para que nosotros como público podamos tener esa conexión significativa con la historia, para que nos lleve a esa limpieza emocional, la tragedia, en su aspecto más profundo, tiene que ser universal, tiene que poder resonar con cualquier audiencia, trascendiendo las limitaciones de género,...
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  • #24 Cuánta tierra necesita un hombre - León Tolstói
    Dec 29 2024
    Hay tanto por leer. Tantas historias. No nos va a alcanzar la vida para leer una fracción de lo que existe. Por eso creo que tenemos que escoger con cuidado qué leer. Al final, cada uno tiene sus gustos e intereses, y cada uno lee lo que mejor le parezca. Personalmente, a mí me gusta leer los clásicos, porque son historias que ya han pasado esa terrible prueba del tiempo. No leo exclusivamente clásicos, pero es lo que normalmente procuro leer. Tampoco soy de los que leen 20 libros por mes ni nada por el estilo. A veces me quedo medio año, o más, pensando en un solo libro, o en un solo personaje. Y no me parece mucho. Desde hace un tiempo tengo la certeza de que no me va alcanzar la vida para leer todo lo que quisiera haber leído. Tal vez sea por eso que la mayoría de las veces elijo gastar, o usar, mejor dicho, mi tiempo leyendo los clásicos, en vez de las novedades.Simplemente es un problema de finitud. La relación costo-beneficio que tienen los clásicos es imbatible. Al menos para mí.Pero bueno, y qué hace que los clásicos sean clásicos? Cuando hice el episodio sobre Don Casmuro, decía que los estudiosos deben tener excelentes explicaciones sobre cómo los clásicos supieron captar los estigmas de su sociedad y cómo rompieron los paradigmas literarios de su tiempo, pero que yo me conformaba con la simple idea de que los clásicos son clásicos por la especial manera que tuvieron de capturar y reflejar la esencia humana.Entre los maestros de la literatura universal, León Tolstói ocupa un lugar único como narrador de las más profundas complejidades del alma. Sus relatos nos muestran la eterna lucha entre el bien y el mal; y la búsqueda, siempre presente, del sentido de la vida frente a la inevitabilidad de la muerte.Nos muestran también, cómo las relaciones humanas pueden ser tanto una fuente de sufrimiento, como de redención, y nos muestran, una y otra vez, el conflicto inmemorial entre las ambiciones terrenales y nuestras aspiraciones morales, éticas, o espirituales.En fin, las historias de Tolstói son un espejo de las pasiones, contradicciones y búsquedas esenciales de la humanidad, presentadas de una forma tan poderosa y con tal sensibilidad, que son de esas historias que probablemente perdurarán por siempre. Hoy quería hablar de uno de sus cuentos: Cuánta tierra necesita un hombre. Ya el título me parece brutal. Cuánta tierra necesita un hombre. Porque de entrada nos conecta con tres cosas antiquísimas y, perdón la redundancia, esenciales, en esta nuestra historia como seres humanos: la primera de estas cosas es la misma tierra, que tal vez sea una de las primeras cosas que el ser humano ha sentido la necesidad de poseer, por lo que su posesión es mucho más simbólica, e íntima, que poseer un auto, por ejemplo. De hecho en muchas mitologías, incluida la cristiana, somos formados primeramente de tierra, justamente, de barro. Y en varias otras mitologías la tierra misma es una deidad. En términos generales quizás no exista posesión más significativa que la de la tierra, por la que se han librado, se libran y se continuarán librando guerras de guerras entre naciones, entre familias y entre hermanos. La segunda de estas cosas, con las que de entrada nos conecta el título, es el concepto mismo de poseer algo. La idea de la propiedad privada, que sin duda debe tener sus orígenes en la agricultura, en el mismo uso de la tierra. Lo que hace más poderosa la conexión.Y la tercera, la avaricia. Uno de los pecados capitales y de las más antiguas y documentadas cualidades humanas. Cuánta tierra necesita un hombre. Y saliendonos un poco del significado literal de la palabra tierra, en el título y en la historia, obviamente la tierra juega el papal de cualquier posesión. En otra palabras: Cuánto necesita un hombre. Infelizmente, la respuesta la sabemos todos antes de comenzar a leer: más. Siempre más.En su juventud Tolstóii compró unas tierras en lo que hoy sería Rusia central, de una tribu nómada, los baskires, y esta terminó siendo la mejor inversión de su vida. Pero más adelante, Tolstói sufre una profunda crisis y transformación existencial. Uno de los resultados de ese proceso fueron sus posturas en contra de la propiedad privada y la herencia, por ejemplo. Se termina convirtiendo en un anarquista cristiano y se reprocha a sí mismo la compra de esas tierras, por haber aportado de ese modo a un sistema que él ahora despreciaba, y se reprocha a sí mismo habérselas dado a sus hijos, porque pensaba que así les había causado un enorme daño.En esa etapa, incluso teniendo aparentemente todo: era un conde aristócrata y rico, tenía una familia, y ya había alcanzado el más grande éxito literario y la admiración universal con sus libros Guerra y Paz y Ana Karenina. Pero a pesar de todo eso, sentía un gran vacío y una enorme desilusión. Encontraba su vida carente de significado, a pesar de haber logrado ...
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    12 min
  • # 23 El Futuro - Julio Cortazar
    Nov 24 2024

    Y sé muy bien que no estarás.

    No estarás en la calle,

    en el murmullo que brota de noche

    de los postes de alumbrado,

    ni en el gesto de elegir el menú,

    ni en la sonrisa que alivia

    los completos de los subtes,

    ni en los libros prestados

    ni en el hasta mañana.


    No estarás en mis sueños,

    en el destino original

    de mis palabras,

    ni en una cifra telefónica estarás

    o en el color de un par de guantes

    o una blusa.

    Me enojaré amor mío,

    sin que sea por ti,

    y compraré bombones

    pero no para ti,

    me pararé en la esquina

    a la que no vendrás,

    y diré las palabras que se dicen

    y comeré las cosas que se comen

    y soñaré las cosas que se sueñan

    y sé muy bien que no estarás,

    ni aquí adentro, la cárcel

    donde aún te retengo,

    ni allí fuera, este río de calles

    y de puentes.

    No estarás para nada,

    no serás ni recuerdo,

    y cuando piense en ti

    pensaré un pensamiento

    que oscuramente

    trata de acordarse de ti.

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    2 min
  • #22 Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar - Luis Sepúlveda
    Nov 24 2024
    En Marzo hice un episodio sobre la Historia Interminable, y dije que era uno de esos libros indispensables que va creciendo conmigo, bueno, este otro de esos libros.En la portada dice que es un libro para niños de 8 a 88 años, y creo que esa es la mejor descripción que se puede hacer de este librito.Es una historia escrita de una manera tan simple y con una sensibilidad tan auténtica y sincera que tiene el poder de conectarnos con esa primerísima esencia que nos hace humanos.Es una historia sobre nuestro innato deseo de pertenencia, sobre la diversidad, sobre la familia, la amistad, la resiliencia y la paciencia, sobre la muerte, y sobre el amor.El otro día lo compré para leerlo con Aurelio, y sobre la historia en sí, no hay mayor misterio, en el nombre ya está todo, es la historia de un gato que tiene que ver cómo le va a enseñarar a volar a una gaviota. No es un libro que se lea para saber cuál es el final, sino para saber cómo fue que pasó todo.Es una historia de lo que se llama “rito de iniciación”. Es el tipo de historia en el que uno de los personajes a través de un viaje de aprendizaje y transformación tiene que pasar de una fase de la vida a otra. Por ejemplo cuando un adolescente que tiene que convertirse en hombre, o cuando alguien tiene que aceptar la muerte de un ser querido, o en el caso de esta gaviota, tiene que aprender a volar, y en el caso del gato, tiene que aprender a enseñar.Fui leyendo el libro poco a poco con Aurelio hasta que nos faltaban más o menos unos 3 o 4 capítulos para terminar. Entonces ya no pude aguantar leerlo de a poco y una mañana me lo llevé al trabajo y lo terminé de leer en el metro, claro que después lo leí con Aurelio también, pero ese rato quería terminar de una vez.Y me desbordó. Mientras iba en el metro leía cómo el gato hacía lo imposible para cumplir sus promesas, y como la gaviotita con el corazón inflamado de miedo y de emoción, tambaleaba sus patitas la noche de lluvia en la que aprendió a volar. Me desbordó ese sentimiento de conexión con esa esencia de la que estaba hablando. Me desbordó, y de repente en medio de ese metro lleno de adultos apurados yendo a trabajar, no pude evitarlo y me puse a llorar.Cuando leí el libro siendo niño no me había pasado nada de eso. Había sido simplemente la bonita historia de una gaviota que quería volar.Ese es uno de los misterios de los libros que van creciendo con uno. Es diferente cada vez.Hacer este episodio puede que sea un intento de entender mejor cuál es esa esencia, y de acercarme un poco a ese misterio.Historia de una gaviota y del gato que le enseñó a volar, fue el primer libro que leí solo, sin ayuda de un adulto. Ya había leído cuentos cortos yo solito, pero ese fue el primer libro que yo consideraba “ de verdad”. Creo que tenía unos 11 años y compartía el cuarto con mi hermano Sabastián. Yo acababa de volver de vivir uno de mis mejores años, en La Paz, con mi padre y con Mónica, que se quedaron por allá todavía unos meses más. Ahora vivíamos en una casa a la que le decíamos “ el tefren” porque estaba al frente de la casa de Yoyó. Y en esa época hablabamos al revés muchas palabras. En realidad vivíamos en las dos casas. Teníamos un patio que recuerdo ser enorme, con tres o cuatro árboles de manga y una perra que se llamaba Sandunga. En esa casa mi madre tenía su taller de serigrafía, y una marca que se llamaba Borequi, que vendía ropa y accesorios para turistas.Entre tantas cosas me acuerdo que un día cayó un loro tuerto y viejo, con aires de pirata, que no sé si se quedó o se tuvo que quedar a vivir con nosotros, y que en un sillón rojo con líneas amarillas que traspasaban pequeños cuadrados azules, mi madre se sentaba a escuchar música y comer jalapeños, esperando que nazca mi hermana Lucía. En esa casa Yoyó nos contaba aventuras legendarias de Chano Mentira, de su amigo al que le decían Perro y de su hermano Polo, al que le encantaba comer pan con palta.Fue ahí también donde una navidad recibí de regalo la bicicleta que me cambió la vida. Una bici es una máquina de independencia y libertad para cualquier persona. Con esa bicicleta viví muchos de mis más preciados recuerdos con mi padre, con Yoyó, con Sebastián, con mi tío Chichín, con mi primo Don Diego… con el que hacíamos cada cosa, cosas que nadie debería hacer en bicicleta a ninguna edad… Cuando nos mudamos a otra casa, en la calle Guayacán, fue con esa bicicleta que descubrí el nuevo barrio y me hice amiguísimo de Kiu. Incluso fué en esa bici que di mi primer beso. Yo no sé si Kiu algún día escuchará esto, pero yo creo que él sabe que guardo con muchísimo cariño las conversaciones, nuestros paseos en bici por calles conocidas y por conocer, nuestras noches de ajedrez, el básquet uno a uno, la comida de su abuelo y el infinito afecto que me dió toda su familia. Esa bici me esperó fielmente en un garaje...
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    15 min
  • #21 Los Buddenbrook - Thomas Mann
    Nov 10 2024
    Los Buddenbrook - Thomas MannEn la ceremonia en la que otorgaba el premio Nobel de Literatura de 1929, el representante de la Fundación comentaba que el gran aporte del siglo XIX a la literatura había sido la novela realista. Él explicaba que en la novela realista se mostraban las experiencias más secretas del alma humana sobre sus contextos sociales, dejando ver la interdependencia entre lo general y lo particular, logrando retratar la experiencia humana de una forma tan fidedigna y completa, que no tenía paralelos en la literatura antigua. Los Buddenbrook, fue la primer novela alemana de este tipo, fue un éxito inmediato que hizo de su autor una estrella literaria y casi treinta años después de su publicación fue el principal motivo por el que le otorgaron el premio Nobel.En resumen, los Bundenbrook es la historia de 4 generaciones de una familia de comerciantes del norte de Alemania durante el siglo XIX. Es un clásico de la literatura alemana y universal, y hace unos meses lo leí en otro de mis intentos por conocer y entender mejor el país en el que ahora estoy viviendo.De hecho, como trasfondo histórico a las vicisitudes y vaivenes de la familia Buddenbrook tenemos el proceso de unificación del Estado Alemán, del que nos vamos enterando por comentarios en alguna conversación o por hechos que terminan afectando a la familia. El libro comienza alrededor de 1834, con Prusia impulsando la Unión Aduanera entre los Estados alemanes y termina en 1877, ya en plena era imperial. Curiosamente, leyendo la historia de los Buddenbrook muchas veces pensé en Cien años de Soledad y la historia de los Buendía. Si bien en el libro de Thomas Mann no hay nada parecido a niños que nacen con colas de cerdo, ni mujeres que tranquilamente ascienden a los cielos para no volver jamás, también hay cosas que reflejan lo surreal que puede ser la realidad, como la historía de un tío que se muere de hipo, o como el suegro del Consul que ofendido porque el pueblo se subleva y no puede llegar a su casa a las 5 para comer con su esposa, se muere en un repentino ataque de rabia. O la mujer sorda que leía a gritos la Biblia en casa de la Consulesa, en la época en que su beatitud era tal, que acogía prácticamente a cualquier religioso que pasaba por la ciudad.Y no es porque en su desmesura nuestros escritores del siglo xx le hayan añadido lo “mágico” entre comillas, al realismo de los europeos, sino porque simplemente, como decía Manuel Scorza, nuestras realidades han sido y son delirantes.Sin embargo, al ser ambas historias sobre la generación y degeneración de una familia a través del tiempo, me han dejado algunas sensaciones semejantes. Y así como los Buendía son el perfecto reflejo del imaginario de lo latinoameericano, al menos para mí, así también creo que los Buddenbrook son el reflejo del imaginario de lo alemán. Son reflejos de realidades y conflictos totalmente diferentes y vividos de distintas maneras, pero que en ambos casos se muestran al lector a través de las venturas y desventuras de varias generaciones de una familia legendaria. Hay una cosa curiosa que me pasó cuando comencé a leer el libro.Yo vivo en una ciudad pequeña al norte de Múnich, pero trabajo en Múnich. Y cuando estoy en la gran ciudad, todos los días paso caminando por un barrio que se llama Schwabing, y ya había pasado todos los días por ahí, durante meses, antes de comenzar a leer el libro, pero a los dos, tres días de comenzar a leer Los Buddenbrook, me di cuenta que en una de las casas por las que pasaba todos los días había una plaqueta que decía que en esa casa había vivido Thomas Mann por algunos años, y que fue justamente ahí, en el verano del año 1900, donde terminó de escribir Los Buddenbrook.Cosas que pasan.Sigamos…Así como en Saramago sentí la sombra de la muerte aparecer y espiar desde cada esquina o en Garcia Marquez la fuerza implacable e inequívoca del destino que zarandea y apabulla a las personas de este mundo, en Thomas Mann aparece la fuerza, edificadora y devastadora a la vez, del sentimiento del deber.Es un mundo en el que el cumplimiento del deber no nos salva de las desgracias de la vida, pero vivir ignorándolo es un pecado imperdonable, que nos condena al ostracismo y la exclusión, incluso y sobre todo, de nuestro círculo más íntimo. Si no existimos para cumplir nuestro deber, tampoco conseguimos liberarnos de él, sino que comenzamos a existir en contraposición a él. Así que de una forma u otra nos termina definiendo. Cuando la voluntad o el deseo individual está en armonía con ese sentimiento del deber, da la impresión que todo sale bien, abunda una paz que es productiva, y flotamos en una tranquila felicidad que abarca la totalidad del tiempo presente, pasado y futuro. Frente a esa paz y tranquilidad se encuentran todas las pasiones y lo que acarrean: la sensualidad, el caos, el desorden, lo inesperado, el descontrol, la...
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