En la obra, nada golpea más fuerte que una cubicación mal hecha. Puedes tener un presupuesto brillante, precios unitarios perfectamente integrados y una explosión de insumos impecable… pero si en sitio no se recalculan las volumetrías con precisión quirúrgica, el proyecto empieza a sangrar por todos lados: compras excesivas que saturan la bodega, materiales insuficientes que detienen la actividad, desperdicios que jamás se recuperan y un control presupuestal que se desploma sin pedir permiso.

En este episodio te hablo del verdadero campo de batalla: las cubicaciones operativas, esas que el residente, el supervisor o el PM descalzo deben dominar para que el proyecto fluya sin fricciones. Porque la diferencia entre “solicitar material” y “solicitar exactamente lo que se requiere” es el tipo de detalle que separa a un equipo profesional de un equipo que improvisa.

Vamos a revisar por qué las volumetrías deben recalcularse directamente en sitio, cómo evitar errores que parecen menores pero cuestan fortunas, cuál es el porcentaje de desperdicio razonable según el insumo, y cómo convertir la cubicación en una herramienta de precisión que alimenta tus pedidos, tu almacén y tu control financiero.

Si quieres proyectos sin sorpresas, este episodio es obligatorio.

BUENOS PROYECTOS.

Una cosa es la teoría, la ortodoxia académica, el buen ser y otra la cruda realidad. Tenemos que ser capaces de contar con las herramientas emocionales para poder ser un project manager descalzo de excelencia, sin que nos cueste la salud.

Transforma un gráfico obligatorio en tu radar secreto para leer y anticipar el futuro del proyecto.

La mayoría ve la curva “S” como un simple requisito: un gráfico que se entrega para cubrir el expediente. Pero en realidad, es una de las armas más potentes que tienes como Project Manager Descalzo.

Hoy te voy a mostrar cómo leerla, cómo usarla y cómo convertirla en un sistema de alerta temprana para entender si tu proyecto va bien… o si ya está en problemas.

No es solo dibujar dos curvas (plan y real). Es aprender a ver detrás de esas líneas: dónde estás perdiendo ritmo, cómo anticipar desvíos y cómo evitar sorpresas que terminan en sobrecostos o retrasos.

La curva “S” no es un requisito aburrido. Es tu tablero de control. ¿Listo para dejar de reportar y empezar a analizar?